PERFIL PROFESIONAL

Yilber González Reyes, Lasallista de formación y diseñador industrial de profesión de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, se vinculó en 1996 como asesor y diseñador de producto en Artesanías de Colombia. Docente en 1997 en Coruniversitec y posteriormente director de proyectos y conferencista en la Pontificia Universidad Javeriana. Con mas de 25 años de experiencia como planificador de diseño y desarrollo de nuevos productos en comunidades artesanales y manufactureras en los departamentos de Arauca, Amazonas, Casanare, Guaina, Choco, Huila, Bolívar, Cundinamarca, Boyacá, Nariño, Caquetá, Meta, Putumayo, Valle del Cauca y Bogotá DC junto a los Ministerios de Comercio Industria y turismo y de agricultura en entidades como Artesanías de Colombia, mediante convenios con el Sena, Fomipyme, Corpoamazonia, corporación autónoma regional del Valle del Cauca y Orinoquia, Secretarias de Cultura y Turismo de los departamentos del Huila y Arauca, Fundaciones como el Alcaraván de la Occidental de Colombia, Inc y Cedavida en la unidad de asuntos con la comunidad, la OEI Organización de Estados Iberoamericanos y la Corporación Mundial para la Mujer. En el 2000 realizo una línea de productos de los cuales uno de sus diseños “silla Oso Palmero” fue seleccionado como la pieza símbolo de Expoartesanias de ese año. Ha colaborado en calidad de jurado y organizador de eventos artesanales. Presta asistencia técnica e implementación tecnológica en máquinas y herramientas para la madera, montaje de taller y asesoría en diseño que se evidencia en el proyecto del Centro productivo de Arauca de la Occidental de Colombia, Inc. Actualmente es el director de www.miferiaartesanal.com.co, un sitio web dedicado a la comercialización y promoción de productos del sector en Colombia y socio fundador de YIODESIGN S.A.S. es una empresa que organiza eventos feriales, asesora el desarrollo de nuevos productos y comercializa productos de diseño.

 

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VUELTIANDO SOMBREROS


Eran las 12 del día cuando un carrito verde algo destarlado me llevo a San Andrés de Sotavento, un pequeño poblado a 15 minutos de la vía principal entre Montería y Sincelejo. Una hora poco propicia para un viajero como yo, olvide el cautiverio de dos horas; tiempo en que se encuentra todo cerrado. Solo los restaurantes adquieren vida propia, allí me refugie para esperar a mi contacto e iniciar mis recorridos por las veredas aledañas, como asesor de diseño de las comunidades artesanales.
Aclaro que este recorrido lo hice hace 9 años y no recuerdo el nombre del contacto, quien me llevo por la vía a Tuchin, caminando; hablando de temas artesanales. Llegamos a una casa de madera y palma, a las afueras del pueblo, sede de la asociación de artesanos de San Andrés de Sotavento. Pequeñas muestras de caña flecha tejida, adornaban la entrada. Me explico el trabajo ancestral de las mujeres y su labor trenzando tiras para formar los sombreros. Este héroe, hoy anónimo para mí, sentó las bases de mi conocimiento acerca de su quehacer artesanal, “El sombrero vueltiao”, muy famoso en Colombia y que muchos desconocemos de su simbología, llena historias y significados culturales. Convertido en un accesorio de alegría popular y ¿por qué no? Una forma de evocar el amor de patria cuando lo vemos representándonos como embajador en tierras lejanas.
En mis primeros recorridos entendí, que la vida artesanal late en las veredas del Valle de Sinú, en medio de un resguardo indígena. (Los Indígenas Zenú se asentaron en el Valle hace cientos de años entre los departamentos de Córdoba y Sucre en el caribe colombiano). Quiero resaltar; la compañía perpendicular del sol y el abrazador clima de 35 grados que generaban en mí, la constante búsqueda por la frescura que me ofrecía la sombra de sus casas, viviendas de madera y techos de palma, donde logre comprender parte del origen del sombrero vueltiao recreando como miles de indígenas trabajaban en este inmenso valle, protegidos como viento divino por un sombrero tejido por sus mujeres para distraer el sol y cumplir el diario destino que la vida les ofrece.
En poco tiempo conocí muchas personas, todas relacionadas con la elaboración artesanal de estos sombreros, quienes me guiaron a Tuchín un municipio a 20 minutos de San Andrés de Sotavento. Si hasta el momento me maravillaba el sabor del conocimiento de los frutos de la cestería, Tuchín era un racimo incontable de experiencias artesanales alrededor de la trenza de caña flecha.
Sombrero "Vueltiao"
Sus calles doradas por el sol adornadas por rudimentarias cacetas con un natural acento blanco y negro propio de su tradición cestera, teñidas por el color de accesorios manuales que se mezclan con los sombreros que invitan a los viajeros y turistas a su compra artesanal.
Tuchin es el corazón comercial del sombrero, pero su concepción, la encontramos en sus veredas, donde apreciamos esa unión artesanal entre mujeres trenzadoras y hombres cosedores para crear un objeto similar, pero nunca igual entre sí, allí donde tienes una cita con la Caña flecha y su transformación, un encuentro con el ayer, con la tradición y hasta contigo mismo.
Si quieres tener un panorama claro de dónde estás ubicado, mira la plaza principal y busca un taxista de esos amables y conversadores. Ellos se convierten en los mejores guías turísticos de la región, parecen enciclopedias motorizadas todo lo que preguntes tiene una respuesta rápida, clara y precisa. Son los poseedores de los secretos más íntimos del Valle del Sinú y sus alrededores, te socializan con los pobladores, se convierten en el puente familiar entre este desconocido asesor y sus mejores manos artesanales.
Llevado por caminos polvorientos y transitando por veredas en medio de cultivos, empecé a conocer artesanos y a caminar con ellos, en mi búsqueda por los secretos de la cestería en caña flecha. Recuerdo el cálido recibimiento de los aldeanos con una taza de café o una limonada de esas de panela con limón, alrededor de este rito de socialización una mesa de madera curtida por el agua, el viento y el sol, donde se escribía el resultado de un reciente conocimiento lleno de historia, cultura y tradición.
En cierta ocasión caminaba por el valle como a las once de la mañana, el calor sofocante comenzaba hacer mella en mí, sentía que un pequeño trayecto era como cruzar un desierto interminable, era notorio para los artesanos mi sensación de calor, uno de ellos tomo un vueltiao y me lo presto, al colocármelo sentí una sombra refrescante como cuando tienes mucha sed y te tomas un vaso de agua muy fría, adore aquel sombrero, me motive a caminar sin mas fin, que descubrir cada paso de una cadena de valores que tiene la cestería de Tuchin.
Mientras caminaba y sin darme cuenta estaba pisando un tallo que se extendía por el piso y se ramificaba en tallos cilíndricos con hojas largas y puntiagudas. Ahí fue cuando conocí la caña flecha una planta además invasiva, los campesinos tienen que controlarla para no molestar otros cultivos, uno de ellos dijo: por eso le decimos caña flecha “porque se dispara en cualquier dirección por el piso”.
Trenza tejida en caña flecha 
Esas hojas largas y puntiagudas caen al piso segadas por un machete que las desprende de sus tallos, formando un tapete verde que al finalizar la tarea se reúnen en atados unidos por la misma fibra, el hombro humano es el medio de trasporte que las conduce a casas campesinas donde le espera otro proceso de corte. Una silla de madera vieja, un pequeño cuchillo y una vista al Valle son el escenario para una actividad serena; tranquila, apacible. Ellos la llaman “ripiado” y consiste en dejar el nervio o vena de la hoja limpio y libre. El siguiente acto de la obra Zenu adquiere un nuevo protagonista, una pequeña faja de caucho o cuero que amarran en su pierna donde las venas de las hojas son raspadas hasta dejar una tela natural y verdosa.
Pero ¿cómo estas mujeres indígenas comenzaron a tejer la caña flecha? ¿Quién fue su famosa creadora? La que genero las bases de tan formidable descubrimiento, no encuentro registros y tal vez nunca los encuentre. Posiblemente no es una persona, es toda una comunidad y muchas generaciones que con el tiempo evolucionaron lo que hoy conocemos como la trenza.
La trenza me hace pensar en los peinados de las mujeres y básicamente es algo muy parecido pero en vez de girar 3 o más rollos de cabello, las indígenas usan la nervadura de las hojas de la caña flecha que lavan, tinturan y cortan en pequeñas tiras llamadas pies y entrelazan 11 pies, 15 pies, 17pies, 19, 21 y hasta 27 pies, entre más tiras logre trenzar una mujer más fino será el sombrero.
Les confieso que yo pensaba que comprar un sombrero de 21 vueltas era coser girando la trenza 21 veces hasta formarlo, que equivocado estaba en ese tiempo.
Cada trenza tendrá el ancho de un dedo índice, yo crecí entre pulgadas y milímetros pero jamás pensé que los indígenas tuvieran su propio sistema métrico, es decir, su cuerpo. Ellos miden comparando lo que hacen con sus dedos, brazadas, pies y pasos y lo mejor, son precisos. Por ejemplo: 10 brazadas es un sombrero pequeño y 12 es un sombrero grande, anteriormente tomaban toda la trenza es decir unos 20 metros y la cosían a mano en forma espiral hasta terminar la copa y el ala del sombrero, hoy utilizan máquinas de coser normalmente de pedal y así no requieren de energía eléctrica.
Corte de las hojas de caña flecha 
Pero si trenzar es un espectáculo, la tintura es algo sensacional. Porque es muy natural, quienes hemos cocinado podemos distinguir un sazón de otro, con el tinturado de la caña flecha sucede igual, existen ingredientes iguales pero procesos diferentes; el color blanco es lavar la nervadura de la hoja y dejarla secar. El negro es una mescla de agua, tierra y conchas de plátano hasta formar un barro negro y homogéneo, en él se sumergen las nervaduras durante 2 días y después se cocinan 4 horas con hojas de un bejuco llamado “bija” esto asegura el color. El proceso se repite 2 veces más y así obtenemos un color muy negro.
La experiencia de elaboración es muy enriquecedora y gratificante. Pero el verdadero valor cultural esta en los símbolos, los indígenas zenu las llaman “pintas” y se han trasmitido de generación en generación durante siglos.
Es reconocida la capacidad trasformadora de los indígenas y su estrecha relación con la naturaleza a la que consideran “Madre” porque provee la vida de absolutamente todo, por eso las historias de las pintas están estrechamente relacionadas con lo que los rodea: el Valle del Sinú y su biodiversidad natural, rituales, costumbres y tradiciones. Es por eso que el lenguaje del artesano adquiere forma.
Las pintas es una interpretación geométrica de la naturaleza en sus tejidos, algunas son muy claras porque se plasman figuras como los ojos de la lechuza, el caparazón de las tortuga, la mariposa o el espinazo del bagre, el juego del domino, utensilios de cocina como el pilón que es como un macerador gigante, los granos de café, las flores, la luna nueva. Prácticamente todo lo que observa el indígena lo plasma en sus sombreros e incluso interpretan lo que observan en la actualidad, no sería extraño ver símbolos referentes al Internet o la telefonía móvil.
Costura de las trenzas para formar el sombrero
Existen otras pintas más conceptuales como interpretaciones artísticas de una obra, aires musicales, rituales donde puede mezclarse diferentes elementos colocados de manera aleatoria y que pueden dar el concepto de una actividad.
Aunque existen muchísimas formas me causo curiosidad, ¿porque terminaban tejiendo las mismas? y las respuestas fueron diferentes; algunos se inclinaban por su carácter comercial, otros por su especialización para elaborarlas y otros porque simplemente no sabían que existían tantas. Evoque en las pintas una especie de idioma diferente, como el japonés con miles de símbolos pero las personas se entienden con unos trecientos más o menos.
Las pintas además distinguían el clan familiar del trenzador y cuando los clanes se unían los símbolos también. Esta costumbre le ha perdido con el tiempo.
Después de casi 10 años de mi visita al Valle del Sinú aún conservo el sombrero algo amarillento y desteñido por el sol. Viéndolo pienso que debería ser llamando “volteado” pero lo prefiero con ese acento autentico, caribeño y tropical de SOMBRERO VUELTIAO.

Yilber González Reyes
Diseñador de Producto 

PROCESO DE DISEÑO EN LA ARTESANÍA

Conferencia Proceso de diseño en la artesanía 2017 Arauca
CONFERENCIA: PROCESO DE DISEÑO EN LA ARTESANÍA 2017
Conceptos de diseño, Conceptos de artesanías,  Relación entre la artesanía y diseño, Proceso de diseño estudio de caso, Diseño por referencias, Lista de aplicaciones.
PROCESO DE DISEÑO
No podemos vivir sin los objetos,  nos relacionamos con ellos todo el tiempo.
OBJETOS ARTESANALES son Piezas diversas pero no únicas, repetidas pero no seriadas, similares pero no idénticas, portadoras de la cultura y/o identidad de un individuo.
DISEÑO EN LA ARTESANÍA
Se refiere al desarrollo de propuestas formales y estéticas basadas en oficios y técnicas artesanales, con el óptimo uso de recursos naturales, materias primas.
El diseño busca exaltar elementos diferenciadores del “hacer” artesanal. en donde se evidencia la destreza en la aplicación de las técnicas artesanales.
CREDITOS
FASHION SNOOPS
ARTESANIAS DE COLOMBIA S.A.

FERIA ARTESANAL CENTRO COMERCIAL PORTAL “PLAZA CAFÉ”

Diseño y organizador de ferias y eventos artesanales 
Las ferias son una gran herramienta para la artesanía, pequeñas y medianas empresas porque muestran sus productos y aprovechan contactos para nuevos negocios y clientes. Las ferias incluyen actividades en las que la oferta y la demanda de diversos productos se concentra en un mismo espacio y tienen como característica que son por un tiempo determinado.
Los centros comerciales son unos lugares muy atractivos para todas las personas ya que reúnen, en un mismo espacio aprovechando toda una gran variedad de productos y servicios.
Dependiendo del organizador basta con tener una vitrina atractiva para que las personas que pasen por el frente de ella, se interesen en lo que usted vende y muy probablemente entrarán a comprarlo o por lo menos, generar curiosidad que pueda convertirse posteriormente en una compra.
Montaje de la feria Artesanal Portal 80
Es importante que para mantener la calidad de la feria los objetos deben representar valores estéticos, culturales, costumbres  y  tradiciones propias de una región o poseer características formales distintivas, particulares de un taller, en donde sea palpable la búsqueda de una expresión a través de los materiales, la técnica y el diseño, deben formar parte de una línea o una colección, proyectar novedad en su diseño y estar adaptados a escala humana para permitir su uso; así mismo deben garantizar la funcionalidad y resistencia al uso.  Consideramos importante que los productos no compitan directamente con los ofrecidos por el centro comercial, valoramos las piezas que desarrollen procesos de investigación e innovación que aporten al diseño y preferiblemente, deben transformar una materia prima de manera que  involucre técnicas tradicionales artesanales. Se evalúa el grado de maestría en el manejo de una o varias técnicas y la habilidad para conjugarlas. Los acabados deben ser idóneos a la técnica, el material y el producto.
Ejecución de la feria 
Promoción de la feria 

RAQUIRA PUEBLO DE OLLEROS

Artesanos ceramistas de raquira 
Una de las actividades más representativas de la vida de los pueblos precolombinos fue la alfarería. En ollas, jarras y vasijas se guardaba el agua, el maíz y la sal; se fermentaba la chicha y se preparaban los alimentos. Desde estos tiempos, las vasijas de arcilla y barro han adquirido no solamente un carácter útil en la vida de las sociedades que las elaboraban sino un cierto valor mágico, ya que la cerámica era y es considerada la unión de los cuatro elementos: agua, aire, barro y fuego.
Diseñando en raquira
Los conquistadores españoles llegaron a Ráquira, que en lengua chibcha significaba Ciudad de las ollas, en el año 1537 y viendo la diversidad de utensilios elaborados en cerámica y una extraordinaria habilidad manual de los indígenas, le dieron el nombre de Pueblo 
Diseño aplicado a la artesanía 
de olleros.
Ráquira es, hoy en día, un pueblo cuyo cada metro cuadrado está cubierto de cerámica elaborada de forma tradicional por las manos de expertos que de los bojotes de arcilla moldean ollas, jarrones, marranitos y todo tipo de utensilios.
En la producción de cerámica de Ráquira se utilizan los siguientes tipos de arcilla: arcilla negra que contiene porcentajes considerables de carbón, arcilla blanca, arcilla amarilla y arcilla roja con óxido de hierro.
Diseño basado en la olla tradicional de cocina
La extracción de las arcillas es realizada por los hombres de forma periódica, normalmente dos veces al año durante el verano que corresponde a las temporadas comprendidas entre
junio-agosto y diciembre-febrero, ya que, en la época de lluvias, las minas se llenan de agua.
Otros materiales utilizados en la elaboración de la cerámica son: la arena extraída de los ríos y quebradas de la región y el carbón mineral que viene de las minas de Guachetá en el departamento de Cundinamarca.
Plato de cerámica para asar en la cocina 
En Raquira se distinguen 3 tipos de cerámica: de arena utilitaria que  es un tipo de loza muy resistente por el alto grado de arena en su composición, gracias a la que el producto final mejora su resistencia al uso y al fuego: ollas, tinajas, cazuelas, pailas, etc.



LA TAGUA EN CHIQUINQUIRA

artesanos de tagua y otros oficios del municipio de Chiquinquira
la actividad artesanal en el municipio de Chiquinquirá se basa principalmente en los trabajos con tagua llamado como marfil vegetal. Otros oficios con menor proporción son: torno, talla en madera, bisutería, joyería, trabajos con cuerno, instrumentos musicales y tejeduría.
La tagua es una semilla que crece en los bosques húmedos y tropicales, que se recoge en las fincas del municipio de Otanche y Santander por los campesinos agricultores y se comercializa principalmente en la plaza de mercado del municipio de Chiquinquirá donde los artesanos la compran por arrobas principalmente para la fabricación de objetos decorativos pequeños que se ajustan al tamaño de las semillas.
propuesta de diseño: ERIZO en tagua 
Adicionalmente las taguas son tinturadas  para realizar trabajos de bisutería como collares, anillos y brazales. Para fabricar estos trabajos las taguas son pulidas en un tambor giratorio con piedras de rio y transformadas con pequeños tornos, herramientas de corte y talla. Los productos más elaborados son copas, trompos, pirinolas, botones, pesebres, replicas zoomorfas y humanas todas ellas en miniatura.
ERIZO en tagua con una función de palillero

La tagua se obtiene del endosperma blanco y duro, de las semillas de la palmera, La planta tarda de 14 a 15 años desde que se la siembra hasta colectar los primeros frutos y no se interrumpe la producción en todos los años y aun siglos. Ofrece 3 cosechas al año aproximadamente, se calcula que un ejemplar de dos metros de alto no tiene menos de 35 a 40 años de edad. Las ciclantáceas bien desarrolladas producen anualmente de 15 a 16 cabezas, también conocidas como mocochas o piñas. En cada piña se reúnen aproximadamente 20 pepas.